martes, 28 de junio de 2022
jueves, 23 de junio de 2022
Microplásticos en la comida: su efecto en la salud y cómo reducirlos
Los estudios científicos son contundentes: las especies marinas que comemos llevan trocitos microscópicos de plástico. No está claro cómo repercuten en nuestros cuerpos, pero sabemos qué hacer para disminuir su presencia.
¿Estamos comiendo plástico por encima de nuestras posibilidades? Es lo primero que se nos viene a la cabeza al saber que hay microplásticos en la barriga de los peces y en la carne de los moluscos. Normal, teniendo en cuenta que los mares se han convertido en el mayor vertedero del ser humano y que entre el 80% y el 85% de la basura marina son plásticos. Por suerte para nosotros, podemos pensar, los peces se suelen eviscerar antes de cocinar, lo que minimiza que plastifiquemos demasiado nuestro menú.
Así es, salvo que comas sardinas, boquerones o bivalvos: ahí va todo para dentro. La EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) estima que una ración de mejillones de 225 gramos podría contener hasta siete microgramos de microplásticos, partículas con un tamaño inferior a cinco milímetros. Otros estudios hablan de nanoplásticos, donde los trozos de este polímero son canijos (de uno a 1.000 nanómetros). Chiquitos, sí, pero ahí están. Y no solo en animales marinos, también se han encontrado en la sal de mesa, la miel, la cerveza y hasta en el agua de beber, la del grifo y la embotellada. En estos casos, ya no solo es por la basura marina, sino por las moléculas plásticas que flotan en el ambiente.
Algunos estudios dan titulares tan preocupantes como este realizado por una universidad australiana para WWF, que sostiene que ingerimos cinco gramos de plástico a la semana, el mismo peso que una tarjeta de crédito.
miércoles, 15 de junio de 2022
La lluvia