viernes, 29 de enero de 2016

desarrollo sostenible

"Hay que acabar con el desarrollo"


Choza con anuncio de internet

La era del desarrollo ha culminado. Necesitamos nuevas ideas y Latinoamérica las está dando. Eso al menos es lo que argumenta la antropóloga Henrietta Moore, directora del Instituto para la Prosperidad Global de University College London. Pero, ¿cómo lo sustenta?
El desarrollo es una necesidad indiscutible en el mundo en el que vivimos.
Basta revisar algunas cifras para comprobarlo:

7.000.000.000
personas viven en este planeta
850.000.000
de ellas sufren de hambre
  • 600.000.000 o más carecen de acceso a agua potable
  • 3.000.000.000 viven con menos de US$2,5 al día, menos de lo que cuesta un capuccino en Londres
THINKSTOCK
Ante estos hechos, ¿cómo puede uno oponerse al desarrollo? ¿Por qué me atrevo a decir esto?
Mi punto de partida es un hecho muy simple: hemos estado experimentando con el desarrollo por poco más de 60 años.
El experimento empezó a mediados del siglo XX, cuando el mundo era un lugar muy distinto.
En ese entonces, la idea era que el desarrollado "Norte" poseía los recursos financieros y las habilidades técnicas que adolecía el pobre "Sur".
En consecuencia, tecnología, conocimientos y capital debían fluir del Norte al Sur, del mundo desarrollado al mundo en desarrollo.

Ideas y acciones

El filósofo y sociólogo alemán Max Weber, quien murió en 1920 -antes de que la idea del "desarrollo" impregnara la conciencia colectiva- decía que de tanto en tanto llegaba una gran idea que cambiaba el rumbo de la historia.
El desarrollo fue una de esas ideas.
Sin embargo, en la segunda década del siglo XXI, ¿sigue teniendo vigencia esta idea?
¿No será hora de volver a cambiar el rumbo?
Y si lo es, ¿en qué dirección?

Por qué esperar la lluvia


lluvia

Recientemente estuve en el Valle del Kerio, norte de Kenia, visitando un proyecto de una bien intencionada ONG internacional.
La idea era sencilla, una idea típica de la teoría del desarrollo.
La ONG proveería irrigación; la irrigación generaría mejoras en la agricultura; las mejoras en la agricultura incrementarían los ingresos de los agricultores.
En resumen, la meta de toda la intervención era maximizar la producción agrícola.
Una peculiaridad de esta región de Kenia son los apodos de sus habitantes, que suelen reflejar las estructuras políticas y económicas que moldean la vida del lugar.
Por ejemplo, he hablado varias veces con un hombre a quien llaman "Banco Mundial". Al preguntarle por qué, rio y me contestó: "Porque soy economista, pero no tengo dinero".

Chica en país en desarrollo
Image captionDesde hace 60 años, el desarrollo ha sido algo que el Norte parecía darle al Sur.

Aquella calurosa tarde, a quien buscaba era al eñor "Negocios", el único que estaba cultivando su tierra,recientemente irrigada en la estación seca.
Todos los demás campos no habían sido tocados desde la cosecha del año anterior.
Cuando les pregunté a los otros agricultores por qué no estaban cultivando en el mes de febrero como el señor Negocios, dijeron: "Estamos esperando la lluvia".
Una respuesta que ciertamente desconcierta a uno de los funcionarios de la ONG que amenaza con imponer sanciones contra quienes no planten y produzcan continuamente.
Ahora bien, ¿por qué la gente espera la lluvia si ya tiene un sistema de irrigación?
La respuesta corta es que el cultivo de maíz representa sólo una parte de la compleja ecología de actividades para ganarse la vida de esa sociedad.
Aquellas parcelas irrigadas no son las únicas tierras que la gente tiene que trabajar. En esa época del año, los mangos y el sorgo requieren de atención, así como otros proyectos, como arrear animales, construir casas, entre otros.
Además, de noviembre a enero es la época de bodas, ceremonias y eventos religiosos, momentos en los que la gente se reúne para apoyarse y ayudarse mutuamente.
Y son precisamente esas relaciones las que servirán para proveer alimentos, recursos o préstamos cuando sea necesario.

¿Qué nos enseña ese ejemplo?

Primero, quizás, que las soluciones técnicas –como los sistemas de irrigación–rara vez lo resuelven todo.
Es algo que hemos sabido por mucho tiempo y se ha demostrado repetidamente en proyectos de desarrollo, pero insistimos con la idea de que la tecnología es la respuesta a problemas sociales complejos.
Las nuevas tecnologías son importantes; obviamente traen beneficios genuinos.
Sin embargo, lo que realmente resuelve problemas sociales complejos no es la innovación tecnológica sino la innovación social.
La segunda lección del ejemplo anterior es que la maximización económica de producción e ingresos –crecimiento– como modelo para el progreso económico y social tiene sus límites.
No hay duda alguna de que mejores carreteras en el valle mejorarían el acceso a los mercados y aumentarían los ingresos de personas como el señor "Negocios".
No obstante, a medida que los intereses sobre la deuda aumentan en paralelo con el desarrollo y el progreso del Sur global –y de hecho, del mundo entero–, hay serias razones para cuestionarlo.
Crecimiento infinito en un planeta finito no es una opción"
Henrietta Moore
THINKSTOCK
Tomemos un ejemplo sencillo:

La escasez de agua afecta a todos los continentes del planeta, y en

2050
la falta de agua afectará a más de
54
países en el mundo
  • No obstante, el consumo de agua a nivel mundial ha aumentado aproximadamente 2
  • veces más que la tasa de crecimiento de la población mundial
THINKSTOCK
El crecimiento infinito no es posible en un planeta sin suficiente agua.
A pesar de esto, el concepto convencional de crecimiento económico, impulsado por la escalada en el consumo de recursos, sigue siendo la finalidad principal de las políticas gubernamentales en todo el mundo.
¿Queremos seguir aferrados a esa idea de que el Sur global siga el camino trazado por el Norte global?
La evidencia que viene del Sur global sugiere rutas alternativas al desarrollo.

Históricamente, los humanos hemos usado unas

7.000
especies de plantas para alimentarnos. Pero hoy en día sólo
  • Pero hoy en día sólo 3
  • -maíz, arroz y trigo- componen el60%
  • de las calorías que consumimos las7.000.000.000
  • de personas que vivimos en el mundo
THINKSTOCK

Con raíces en la tierra

En la región Centro Occidental de Brasil, por ejemplo, muchos viven de la soja y el maíz, y la agricultura consiste mayoritariamente en monocultivos.
En 2013 la región alcanzó un volumen récord de soja y maíz: más de 78 millones de toneladas. Pero gran parte de la producción no era para alimentar a la población local sino para exportación para producir biocombustibles.
Es precisamente en respuesta a los problemas generados por este tipo de agroindustria –contaminación de los recursos naturales, aumento en los precios de los alimentos locales, problemas de salud, degradación de la tierra– que muchas comunidades en América Latina y el Caribe han hecho la transición a la agroecología.
Combinando lo mejor de la ciencia, lo mejor de la agricultura tradicional y la igualdad social con acceso a la tierra, alrededor de 500 millones de personas están hoy en día involucradas en la agroecología.
A modo de ejemplo para ilustrar algunos de sus beneficios, un estudio independiente demostró que la agroecología puede producir tanto o más que la agricultura intensiva.
Otro estudio, basado en 286 proyectos en 57 países, reveló que en promedio el rendimiento de los cultivos aumentó en un 79% como resultado del uso de los métodos agroecológicos.

En Ecuador, la agricultura ecológica aumentó de

23.000
hectáreas en 1996 a alrededor de
403.000
hectáreas en 2008
  • generando casi US$ 4.000.000
  • y creando 172.000
  • empleos. 
Cortesía de EDUCACIÓN SIN FRONTERAS
Pero sobre todo, la agroecología promueve conocimientos y técnicas que las personas mismas controlan y utilizan para mejorar su prosperidad.
Prosperidad entendida como bienestar, autonomía, manejo del medio ambiente, lazos sociales y culturas, contrariamente a ser una mera cuestión de ingresos y crecimiento.
En 2014, la FAO (Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura) finalmente reconoció y decidió apoyar la agroecología -una señal de que quizás las cosas están cambiando; de que los conocimientos y habilidades que las personas poseen sean finalmente considerados clave para que florezcan las sociedades del futuro.

Vamos a la ciudad

Hoy en día...

54%
de la población mundial vive en ciudades. Para 2050 será casi el
70%
El aumento se concentrará sobre todo en Asia y África. India tendrá
  • 404.000.000 de nuevos habitantes en las ciudades, que se sumarán a los
  • 292.000.000 de China y a los
  • 212.000.000 de Nigeria
El éxito o el fracaso en la construcción de ciudades sostenibles es uno de los retos más desafiantes de los próximos 15 años, pues para 2030 la población urbana será ya de 5.000 millones.
Y, según las proyecciones actuales, 2.000 millones de esas personas vivirán por debajo del umbral de la pobreza.
Hay varios ejemplos de cómo la nueva forma de pensar del Sur ofrece mejores maneras de abordar asuntos difíciles.
He aquí uno, que me gusta mucho:
Hace poco más de una década, Alejandro Aravena, un arquitecto chileno visionario, fue encomendado con una tarea: la rehabilitación de un terreno de media hectárea en el centro de la ciudad Iquique, Chile.
Pero ahí vivían cien familias, que lo habían ocupado ilegalmente durante 30 años.
La solución tradicional a los tugurios y a la vivienda social, cuando se tornan problemáticos, es destruirlos y relocalizarlos a lugares fuera de la ciudad, donde a menudo no hay empleos ni transporte ni servicios ni asistencia.
Aravena tenía un presupuesto de US$7.500 por familia para comprar la tierra y proveer la infraestructura y arquitectura básica.
Si hubiera construido viviendas unifamiliares en el centro de Iquique, habría sido demasiado caro, y sólo habría podido acomodar a 30 familias.
Edificios de apartamentos podrían haber sido la solución, pero no les habría permitido a las familias expandir sus hogares a medida que crecían.

¿Y entonces?

Afortunadamente para esas familias, el lema de Aravena es:
Mientras más complejo el problema, mayor la necesidad de simplicidad"
.
GETTY
Aravena acudió a las familias que, al fin y al cabo, habían construido las viviendas que en ese momento habitaban.
No sólo el arquitecto y las familias unieron fuerzas, sino que se dividieron las tareas.
Se levantaron viviendas de clase media en el mismo lugar para todas las familias, de manera que permanecieron cerca de sus puestos de trabajo, las escuelas y los servicios públicos.
Pero la innovación de Aravena fue que sólo les construyó la mitad de la casa, la parte más difícil: la estructura, el techo, la cocina y el baño. El resto quedó a cargo de cada familia.
Como él mismo dijo: "Nunca resolveremos el problema a menos de que utilicemos la capacidad de los habitantes para construir".

Innovación social


Chica con tablero
Image captionEl modelo anterior ya no sirve así que todo está por escribirse, y el Sur ya empezó a hacerlo.

Aravena transformó el concepto de vivienda social: de un costo en el presente a una inversión para el futuro.
Y ese modelo se ha puesto en marcha en al menos otras 13 ciudades en Chile y México.
Los ejemplos anteriores demuestran la importancia de lo que yo llamo "experimentación colaborativa", basada en la cooperación de Sur-Sur.
Creo que necesitamos más experimentación social, política y económica, en lugar de seguir impulsando un único modelo.
Históricamente, el desarrollo se ha basado en exportar e imponer modelos que, supuestamente, ofrecen soluciones conocidas a los retos que enfrenta el Sur global.
Pero si proyectamos el futuro en pos de la prosperidad humana, más allá del desarrollo basado exclusivamente en el crecimiento económico, tendremos que aceptar que las sociedades que florezcan en el futuro serán muy diversas pues los principios de la buena vida, la moralidad, los valores, así como las definiciones del éxito, bienestar y aspiraciones de cada individuo, son muy distintos.

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