miércoles, 20 de septiembre de 2017

Agua y hambre

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© UNICEF/UN055942/Gilbertson
 

Los conflictos, la sequía, los desplazamientos y las enfermedades están generando crisis humanitarias muy graves y han dejado a 20 millones de personas al borde de la hambruna en Yemen, Somalia, Sudán del Sur y el nordeste de Nigeria, de los cuales casi 1,4 millones son niños desnutridos en peligro de muerte inminente.
Estas crisis se están extendiendo a los países vecinos: una grave sequía azota la región del Cuerno de África; más de un millón de niños refugiados de Sudán del Sur que huyen del conflicto están llevando al límite la capacidad y los recursos en Uganda; y por toda la cuenca del Lago Chad se producen desplazamientos como resultado de los conflictos, el cambio climático, la degradación medioambiental y la pobreza.
Cuando hablamos de hambruna pensamos casi siempre en la carencia de alimentos. Sin embargo, con cada vez más frecuencia, estas crisis de alimentos atañen no solo a la seguridad alimentaria sino también al agua salubre, al saneamiento y a la atención de la salud, muy en especial la prevención y el tratamiento de las enfermedades. Esto se debe a cuatro razones que explicamos a continuación:

© UNICEF/UN053466/Modola
Una mujer sostiene un cubo donado por UNICEF durante una Misión de Respuesta Rápida en la aldea de Rubkuai, Estado de Unidad, Sudán del Sur.
1. Los conflictos
Los conflictos son el factor común que conllevan al riesgo de hambruna en los cuatro países, pues son la causa del deterioro o la destrucción de los sistemas de agua y saneamiento en cada de uno de ellos. En Yemen, dos años de intensos enfrentamientos han ocasionado daños y deterioros en las redes de suministro urbano que casi colapsan estos servicios esenciales en las ciudades más importantes del país. En el nordeste de Nigeria, se estima que un 75% de la infraestructura de agua y saneamiento ha quedado dañada o destruida en las zonas afectadas desde el inicio del conflicto. En Sudán del Sur, que lleva más de tres años de conflicto encarnizado, casi la mitad de los puntos de suministro de agua de todo el país han quedado dañados o destruidos por completo.
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En las afueras de Juba, Sudán del Sur, Amal, de 17 años, empuja una carretilla con una jarra de agua sin tratar.
2. La sequía
El cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos como las sequías e inundaciones pueden agotar o contaminar los suministros de agua, lo que pone en peligro tanto la calidad como la cantidad del agua que consumen comunidades enteras. En las zonas donde la escasez de agua es extrema, las familias abandonan sus hogares y tienen que competir por fuentes de agua insuficiente o insalubre, lo que aumenta la vulnerabilidad ante las enfermedades así como los riesgos en materia de protección. En Somalia, la situación humanitaria se deteriora con rapidez debido a la grave sequía que comenzó en el norte en 2016, que actualmente afecta a la mayor parte del país. También ha afectado a otros países del Cuerno de África como Djibouti, Etiopía y Kenya. En Sudán del Sur, la sequía estacional hace que personas y animales tengan que competir por el agua, contribuyendo a agotar unos recursos hídricos ya de por sí exiguos. La región del Lago Chad, en África occidental, ha perdido cerca del 90% de su masa hídrica desde 1963 debido a la variabilidad climática y a la presión demográfica, lo que ha tenido consecuencias devastadoras para la seguridad alimentaria de esta región.
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Niños reciben tratamiento por sospecha de cólera en el Hospital Sab'een de Sana'a, Yemen.
3. El agua y la malnutrición
El agua insalubre y el saneamiento deficiente pueden llevar a la malnutrición o hacer que empeore. “Por mucho que un niño malnutrido coma, no se pondrá bien si el agua que bebe es insalubre”, afirma Manuel Fontaine, Director de Programas de Emergencia de UNICEF. El agua insalubre puede ocasionar diarrea, que a su vez, al impedir que el niño obtenga los nutrientes que necesita para sobrevivir, puede llevarle a la malnutrición. Los niños malnutridos son también más vulnerables a las enfermedades que se transmiten por el agua, como el cólera. En todo el mundo hay cerca de 2.100 millones de personas que carecen de agua salubre.
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Zara recoge agua en el campamento de Bakassi para desplazados internos en Maiduguri, Nigeria.
4. Los desplazamientos

Cuando las personas tienen que abandonar sus hogares debido a los combates o a la sequía, los niños y las familias se hacen más vulnerables tanto a los abusos como a los riesgos para la salud. En los desplazamientos, los niños a menudo no tienen más remedio que beber agua insalubre. Los campamentos provisionales carentes de letrinas se convierten en focos para la propagación de enfermedades. Los niños, que ya de por sí son vulnerables y más susceptibles a las enfermedades, no suelen tener acceso a hospitales o centros de salud cuando están en tránsito. Hay cerca de 8,3 millones de personas desplazadas en estos cuatro países amenazados por la hambruna.

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