miércoles, 7 de febrero de 2018

Comida del futuro


Del laboratorio a la mesa. Pasan por experimentos, requieren años de investigación pero al final llegarán a los paladares más exquisitos. Es cuestión de tiempo y ensayos. “La comida del futuro será diferente, pero probablemente más adecuada para cada consumidor, más segura y más variada”, afirma el profesor José Miguel Mulet, bioquímico e investigador en el CISIC.

 No están a nuestro alcance, pero es bastante probable que no tardemos en ver hamburguesas in vitro. No debemos confundirlas con las llamadas “ vegetales”, que proceden de la soja o del trigo. Esta carne proviene del cultivo de las células musculares extraídas previamente de animales. En el año 2013 el grupo de Mark Post presentó la primera hamburguesa sintética hecha a partir de cultivos celulares. Traerla a la mesa costó cinco años y 248.000 euros. No se sacrifican animales, tan solo se toman muestras de los músculos de una vaca, se cultivan las células en forma de hebras y se juntan (compactan) en el laboratorio para darle el aspecto de “burguer”. El coste del producto parece que se abarata según pasa el tiempo. “Puede ser una opción. Tiene varias ventajas, como que no se sacrifican animales, que es más complicada la contaminación y que su producción es mejor para le medio ambiente por la producción de metano del ganado”, admite el autor de Comer sin miedo.
 Ya los vemos en los supermercados: alimentos que contienen vitaminas, hierro, fósforo… Todo en uno. La ciencia parece indicar que si sacáramos una máquina del tiempo y miráramos al futuro tendríamos más alimentos enriquecidos. El riesgo aquí está en que realmente las propiedades que anuncian sirvan. Galletas para la memoria o batidos con mil vitaminas que prometen plantar cara a la edad. La comida es cierto que nos ayudará a llevar mejor el paso de los años, pero, ¿todo estará en ese batido? La EFSA (Agencia Europea de Seguridad Alimentaria) quiere pruebas, no promesas, con lo que ha sido firme con la legislación y no permite que nada no contrastado por investigadores sea anunciado a bombo y platillo en los envases de dichos productos. Derivaremos en una especie de productos para todo. “Sí, pero además de verdad. Ahora se venden muchas cosas con propiedades que no son tales. Las normas se están endureciendo, por lo que espero que lleguemos a un momento en que si algo es eficaz, realmente lo sea”, señala Mulet.
 En este mundo del futuro tienen cabida los transgénicos (OMG) aquellos alimentos que han sido producidos a partir de un organismo modificado mediante ingeniería genética y al que se le han incorporado genes de otro organismo para producir las características deseadas. Según la FAO, Organización para la Agricultura y la Alimentación, “hasta la fecha, los países en los que se han introducido cultivos transgénicos en los campos no han observado daños notables para la salud o el medio ambiente. Además, los granjeros usan menos pesticidas o pesticidas menos tóxicos, reduciendo así la contaminación de los suministros de agua y los daños sobre la salud de los trabajadores, permitiendo también la vuelta a los campos de los insectos benéficos. Algunas de las preocupaciones relacionadas con el flujo de genes y la resistencia de plagas se han abordado gracias a nuevas técnicas de ingeniería genética”. Este organismo estima que por efecto del cambio climático, para el 2050 el decremento en la productividad agrícola será del 9 al 12 % de las cosechas. “Los OMG serán una parte más de la alimentación del futuro, de hecho ya loe están siendo, pero no la única”, subraya Mulet. Por su parte, la OMS (Organización Mundial de la Salud) ya ha afirmado en su documento 20 preguntas sobre los alimentos modificados genéticamente que los “actualmente disponibles en el mercado internacional han pasado las evaluaciones de riesgo y no es probable que presenten riesgos para la salud humana”.
 Suma y sigue. La nanotecnología (la ciencia que trabaja a escala nanométrica, a niveles tan pequeños como moléculas y átomos) irrumpe con fuerza en la industria alimentaria. Gracias a ella podremos alargar probablemente la vida de los productos, hacer que tengan más sabor o se conserven mejor. Esta tecnología ofrece múltiples oportunidades de mejora a diferentes sectores agroalimentarios, sobre todo a los que emplean materiales plásticos en sus envases alimentarios. Un ejemplo de esto serían los nanorecubrimientos para aumentar las propiedades de alimentos frescos con el fin de retrasar su maduración y alargar su vida útil. En la actualidad, tal y como se explica en el artículo Nanotecnología en la Industria Alimentaria,algunos nanocompuestos son ya usados como material de envasado o recubrimiento para controlar la difusión de gases y prolongar el tiempo de conservación de diversos productos. Un sensor detecta el gas que se produce cuando el alimento deja de estar fresco. Un simple cambio de color proporciona una pista visual rápida de la caducidad. Veremos como en este mercado del futuro tienen cabida los nanoalimentos funcionales, aquellos reconstituidos a nivel molecular para mejorar las propiedades de los alimentos y convertirlos en funcionales para tratar diferentes enfermedades. Con la nanotecnología se podrá conseguir que ciertos productos “pierdan el sabor más lentamente, seguro”, confirma Mulet. La comida del futuro será “diferente, segura y variada, o con una sola, mejor”, añade el profesor.


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