lunes, 4 de febrero de 2019

cambio climático

¿Qué relación crees que guardan estas expresiones entre sí? La elaboración de un mapa conceptual te ayudará a responder esta pregunta.
CAMBIO CALENTAMIENTO DES
Cambio climático
Calentamiento global
Desastres naturales


1. Relaciona las palabras de las dos columnas (http://www.ver-taal.com/voc_tiempo17.htm)

agujeroácida
calentamientoatmosférica
cambioclimático
contaminaciónde CO2
deshielode escape
efectode los polos
gasesdel nivel del mar
emisionesen la capa de ozono
lluviaglobal
subidainvernadero



2. Relaciona las palabras con su definición. Después, busca sinónimos y antónimos.


aumentar acabar levantar migración capa de ozono selva contaminar agotar
agujero desarrollo sostenible
a) Construir, fabricar, edificar.
b) Estrato donde se concentra el ozono atmosférico.
c) Viaje periódico de las aves, peces u otros animales migratorios.
d) Alterar nocivamente la pureza o las condiciones normales de una cosa o un medio por agentes químicos o físicos.
e) Dar mayor extensión, número o materia a algo.
f) Gastar del todo, consumir.
g) Poner o dar fin a algo.
h) Desarrollo sin ayuda exterior ni pérdida de los recursos existentes.
i) Abertura más o menos redondeada en alguna cosa.
j) Terreno extenso, inculto y muy poblado de árboles.


3. Observa el siguiente esquema.








4. ¿Sabes cómo nos afecta el cambio climático? 

El cambio climático provocado por el aumento global de las temperaturas desencadena múltiples efectos negativos en el planeta. Estos efectos, a su vez, se interrelacionan entre sí e incrementan su violencia poniendo en grave riesgo a las especies que habitan la Tierra, incluido el ser humano. Se puede observar cómo la subida de las temperaturas a causa, mayoritariamente, de las emisiones de gases de efecto invernadero incide en múltiples escenarios.

El aumento global de las temperaturas puede influir en los sistemas físicos, biológicos y humanos

En primer lugar, las variaciones en los sistemas físicos del planeta se ven representados en el deshielo de los polos, que a su vez causa la regresión de glaciares, el derretimiento de nieve, el calentamiento y deshielo del permafrost, inundaciones o sequías en ríos y lagos, erosión costera, subida del nivel del mar y fenómenos extremos. En los sistemas biológicos se produce muerte de flora y fauna tanto en los ecosistemas terrestres como marinos, incendios forestales y desplazamiento de flora y fauna en busca de lugares que ofrezcan una mayor garantía de supervivencia. En los sistemas humanos se da la afectación y destrucción en la cosecha y producción de alimentos, enfermedades y muertes, destrucción y perjuicio de medios económicos de subsistencia y migraciones de refugiados climáticos.

Además, estas consecuencias negativas se retroalimentan entre sí y aumentan sus magnitudes; por ejemplo: -las sequías con frecuencia provocan incendios y estos a su vez destruyen las cosechas. - El derretimiento de los glaciares, la nieve y el hielo provoca la subida del nivel del mar, que erosiona la costa y supone la destrucción de muchos medios económicos de subsistencia. - Las sequías, el aumento del nivel del mar, los fenómenos extremos y las inundaciones provocan refugiados climáticos.

5. Las cuatro cosas que debemos hacer para frenar el cambio climático










PARA PROFUNDIZAR

El cambio climático está detrás de la última oleada de refugiados a Europa

Un estudio muestra la conexión entre las sequías, conflictos y flujo de solicitantes de asilo.




Algunos refugiados sirios, como esta pequeña afincada en Estambul, están regresando a su país.
Algunos refugiados sirios, como esta pequeña afincada en Estambul, están regresando a su país. EL PAÍS

Los eventos climáticos extremos, en especial la sequía, han elevado el flujo de refugiados en lo que va de siglo. En un estudio con datos climáticos, guerras y revueltas y solicitantes de asilo, un grupo de investigadores ha comprobado que hay un nexo causal entre el cambio climático y el aumento de asilados mediado por un incremento de los conflictos. Sin embargo, por muy intensa que sea una sequía no siempre desemboca en una guerra y esta, en una migración masiva.
En las últimas décadas se han sucedido varias oleadas migratorias en las que el conflicto en primer término y las condiciones climáticas en última instancia habrían tenido mucho que ver. Buena parte de los migrantes que han llegado en estos años a los países del sur de Europa, desde Grecia hasta España, no se les puede etiquetar fácilmente como migrantes económicos. Proceden de países donde la revuelta, cuando no la guerra, está presente. Y, si se mira más atrás, se encuentran posibles desencadenantes climáticos. Quizá el caso de Siria sea el más conocido, pero no es el único. El problema, para los científicos, es probar que hay una relación causal entre los tres fenómenos (evento climático, conflicto y migración) y no una mera sucesión temporal.
Ahora, un grupo de investigadores europeos ha partido de los datos de solicitantes de asilo procedentes de 157 países del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) para rebobinar en el viaje, yendo hacia atrás en el tiempo y al origen geográfico de esos refugiados. Una vez ubicados, usaron el índice SPEI, elaborado por científicos españoles, para determinar y valorar la duración e intensidad de las sequías en los años precedentes al posible estallido de un conflicto. Para esto último, usaron las estadísticas sobre revueltas y conflictos armados mantenidas por el Centro para la Paz e Investigación de Conflictos de la Universidad de Uppsala (Suecia).
"Hemos encontrado no solo una correlación en el tiempo, sino una causalidad en la cadena de eventos", dice en una conversación telefónica el profesor de economía de la Universidad de Viena y coautor del estudio, el español Jesús Crespo. "En la última década, entre el clima, los conflictos y las consiguientes migraciones forzadas existe esa relación causal", añade.
El efecto del clima sobre los conflictos fue más marcado en los países de Oriente Próximo, especialmente entre 2010 y 2012. Es el periodo de la Primavera Árabe, que sacudió como un temblor desde Túnez hasta Yemen, pasando por Libia o Siria. El caso de este último país es, por la duración del conflicto y por el número de personas que salieron de su tierra, el más destacado. Allí, las revueltas empezaron en marzo de 2011, pero las condiciones para el estallido hay que buscarlas antes.
Entre 2007 y 2010, Siria sufrió una de las peores sequías de su historia. Agravadas por una pésima gestión de los recursos hídricos, la consecuencia fue una sucesión de malas cosechas. Esto empujó a buena parte de la población rural a emigrar a las ciudades: la población urbana pasó de 8,9 millones a 13,8 millones en apenas ocho años. Unos suburbios superpoblados en un contexto de crisis económica y carestía de la vida debieron influir en el inicio de las revueltas contra el régimen de Al Assad. El mismo patrón aparece en varios países del África subsahariana, como Sudán del Sur.
Pero esa causalidad no es universal. "La encontramos en los fenómenos sucedidos en la última década, pero no en los años anteriores", aclara Crespo. El trabajo, publicado en la revista Global Environmental Change, se inicia en 2006. Sin embargo, que haya sequía, lluvias torrenciales o huracanes no implica que siempre desencadenen un conflicto que acabe con una oleada migratoria.
Así, aunque la mayor o menor severidad de la sequía aparece relacionada con la aparición de varios conflictos entre 2011 y 2015, no sucede lo mismo en el lustro anterior. En aquellos años hubo revueltas y guerras en países como la República Democrática del Congo, Somalia, Chechenia, Angola o Irak que no parecen relacionadas con la sequía o que no produjeron migraciones masivas. "Por supuesto, nuestros resultados no indican que el cambio climático no haya tenido nada que ver con estos conflictos, sino que no hay evidencia de una relación causal sistemática en estos años", recuerda Crespo. La explicación puede estar en otros elementos que no son ambientales. "Harían falta nuevos estudios, pero todo sugiere que el nivel de democracia de un país o la calidad de sus instituciones también son factores que intervienen", concluye el investigador español.

Cómo combatir el cambio climático










Madrid MANUEL PLANELLES

Reducir el consumo mundial de carnes rojas y azúcar; duplicar la ingesta de frutas, verduras y legumbres; que el sector agrícola y ganadero deje de emitir dióxido de carbono y reduzca drásticamente la contaminación de nitrógeno y fósforo; limitar el empleo de agua y no aumentar más el uso de tierras; reducir un 50% el desperdicio alimenticio... Estas son algunas de las recetas que se necesitan para preservar la “salud planetaria”. 
El planeta tiene un problema: el insostenible modelo de consumo que el ser humano empezó a desarrollar a partir de la II Guerra Mundial. “Se necesita urgentemente una transformación radical del sistema alimentario global”, advierte un panel internacional de 37 expertos de 16 países que durante tres años ha trabajado para elaborar un modelo de dieta saludable para el ser humano y para el planeta, y cuyas conclusiones se conocen ahora.
Nada menos que de la necesidad de una “nueva revolución agrícola” habla Johan Rockström, miembro del Instituto Potsdam para la Investigación del Cambio Climático. “La producción mundial de alimentos amenaza la estabilidad climática y la resilencia de los ecosistemas”. Y si ahora —con más de 7.000 millones de habitantes en el planeta— se necesita “urgentemente” una transformación “radical” del sistema, más acuciante será con el aumento proyectado de la población para las próximas décadas. El informe pone en el punto de mira el año 2050, para cuando se espera que en la Tierra habiten 10.000 millones de personas. La buena noticia es que esos expertos aseguran que se podrá alimentar a todos esos habitantes, pero se tendrán que aplicar cambios profundos en la dieta y en el modelo de producción si se quiere cumplir con acuerdos como el de París contra el cambio climático. Esas transformaciones en la dieta podrían evitar 11 millones de muertes prematuras al año relacionadas con la alimentación.

LA DIETA DIARIA SOSTENIBLE
Aunque exista una “brecha dietética” en función del país y del área geográfica, el informe de los expertos detecta que de media en el mundo la ingesta de carne roja, vegetales almidonados y huevos es demasiado alta. La comisión plantea una dieta ideal —basada en 2.500 kilocalorías diarias— y sugiere que solo 30 de ellas procedan de carnes distintas de las aves, lo que equivaldría, por ejemplo, a consumir una hamburguesa de ternera pequeña a la semana. El objetivo global es doblar el consumo de frutas, hortalizas, legumbres y frutos secos, y reducir a la mitad el de carne roja y el azúcar. Actualmente, y fundamentalmente en Occidente, el consumo de carne roja y de alimentos procesados y refinados es excesivo, lo que acarrea riesgos para la salud, mayores que los causados por el sexo no seguro, el alcohol, la droga y el tabaco juntos, detalla el informe.





Grandes cambios

“Existe una desviación entre lo que la gente come y lo que debería comer”, resume Francisco Botella, vocal de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Explica que una dieta saludable conseguiría, por un lado, reducir la tasa de obesidad y patologías asociadas, y, por el otro, disminuir el riesgo de algunos tipos de cáncer. Sin embargo, advierte de las dificultades de cambiar los hábitos: “Es más difícil cambiar de dieta que de religión”.
Paralelamente, los expertos proponen cambios para reducir los impactos medioambientales de la agricultura y la ganadería, como ponerle freno al aumento del uso del suelo para la alimentación y los fertilizantes, y la eliminación de los combustibles fósiles en este sector.
“Necesitamos la colaboración de todos los actores, incluidos los ciudadanos, los Gobiernos y los agentes económicos”, apunta Francesco Branca, director del departamento de Nutrición para la Salud y Desarrollo de la OMS y miembro también de la comisión EAT-Lancet. Y para ello se deben utilizar, según Branca, herramientas como “los incentivos económicos, o la eliminación de estos incentivos, información a los consumidores...”. Los gobiernos, añade, deben realizar cambios “en las inversiones públicas en investigación e infraestructuras y en las subvenciones a los agricultores”. Y aprobar regulaciones sobre el uso de la tierra, el agua y los fertilizantes, concluye Branca.






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