El club de los verbos finos
Con muy buena intención nos han enseñado que está feo
repetir. Sea en una novela, en una carta, en una ponencia, en una
entrevista, en un correo electrónico o en un post
de Internet, tenemos conciencia de que es conveniente un poco de
formalidad. Es cierto que la repetición, cuando no tiene una función
retórica y adquiere algún costoso nombre griego como anáfora o polipote o
epanadiplosis, deriva en un estilo pobre, ruidoso y cansino. No se
pueden repetir todo el tiempo las mismas palabras. Para eso están los
sinónimos, nos han dicho.