Unas simples pautas le pueden ayudar a protegerse de ellas en su hogar
La radiación electromagnética artificial generada por las líneas
eléctricas, telefonía móvil inalámbrica o electrodomésticos envuelve
nuestra vida diaria. En la última década ha aumentado de manera
exponencial en los centros urbanos, sin contar la que se recibe en los
hogares. Aunque no se aprecie, sus efectos son acumulativos y pueden
dañar la salud, especialmente la de los niños y jóvenes. Pero no hay que
alarmarse ni renunciar a las facilidades y ventajas que ofrecen las
nuevas tecnologías. Conviene estar informado, reclamar cuando sea
necesario, conocer las características de los aparatos y dispositivos
del hogar y hacer un buen uso de ellos.
Los efectos inducidos por las radiaciones electromagnéticas pueden
ser térmicos y atérmicos, que son los que generan un mayor riesgo al
producir cambios biológicos. Se calcula que entre un 5 y un 10% de la
población es electrosensible y entre los síntomas más frecuentes
aparecen dolores de cabeza, insomnio, irritabilidad, depresión o mayor
riesgo de cáncer, según reconoce la
Organización Mundial de la Salud (OMS).
Una institución de la talla del Consejo de Europa recomienda en su Resolución 1815 que se aplique el
Principio de ALARA,
que aconseja una exposición a estas ondas tan baja como sea posible, y
el Principio de Precaución, que indica que habría que evitar
exposiciones innecesarias mientras exista incertidumbre científica y que
se proteja especialmente a los niños y a la juventud. Igualmente,
establece unos niveles máximos de exposición para la telefonía
inalámbrica en las zonas interiores de 0,6 voltios por metro (0,1
microvatios por centímetro cuadrado o µW/cm² ) o que se determine la
ubicación de las nuevas antenas base no basándose solo en los intereses
de los operadores.
Sin embargo, en España, todas estas alertas no se trasladan del todo
al ámbito político y legal, en el que se produce una situación
paradójica. “La reciente ley de telecomunicaciones concede a las
empresas de telecomunicación el derecho que tenían antes los
ayuntamientos y las comunidades autónomas para expropiar e instalar
libremente la estación base de telefonía móvil en sus azoteas en
determinadas ocasiones. Aún así se puede recurrir apelando al derecho a
la salud y a que es necesario la unanimidad de todos los vecinos para
aceptar la instalación de la antena”, apunta Alberto Arrate, abogado y
referente en esta materia que en 2001 consiguió que por primera vez en
Europa se retirase por motivos de salud una antena de telefonía móvil de
un edificio.
Coloque los electrodomésticos contra paredes que
den al exterior. Ayudará a expulsar la radiación y evitará contagiar
otras estancias
Pero los objetivos marcados no son un imposible, se pueden conseguir
con diálogo y planificación entre compañías, ayuntamientos y comunidades
autónomas. Muestra de ello es Castilla-La Mancha, cuyo Gobierno pactó
en 2001 con las compañías de telecomunicaciones un nivel de radiación de
0,1 µW/cm para las zonas sensibles de esta comunidad, como guarderías,
centros escolares, hospitales, geriátricos… El Ayuntamiento de Vitoria
(Álava) o el de Alcoy (Alicante) han fijado también un nivel máximo de
exposición para su término municipal de 0,1 µW/cm², entre otras
iniciativas.
Pero sin duda, la población civil ejerce un papel fundamental y las
asociaciones de vecinos y de padres presionan para conseguir estos
valores en la ciudad y en los colegios, como atestiguan numerosas
sentencias. Y también hay batallas personales, como la de Pilar Aleza,
profesora de instituto que consiguió retirar el Wi-fi de la sala de
profesores por padecer electrosensibilidad.
“Las iniciativas de colegios con Wi-fi son un error. Existen otras
formas de disponer de Internet en la escuela sin recurrir a él”, afirma
Raúl de la Rosa, responsable del área de contaminación electromagnética
de la
Fundación Vivo Sano, un pionero en investigación con más de 20 años de experiencia. Recientemente, acaba de publicar el libro
La enfermedad silenciada,
que aborda todos los aspectos y efectos de las ondas electromagnéticas,
y ha realizado el primer mapa electromagnético de la ciudad de San
Sebastián para conocer el impacto de las zonas sensibles. “Un gran
avance”, apunta.
Cómo conseguir buenas ondas en su hogar...
Caldera de gas y nevera
Es mejor colocarlas delante de paredes que den al exterior para evitar contagiar otras estancias.
Secador
Los
utensilios eléctricos que usamos en el baño se conectan muy poco
tiempo, por lo que, en principio, no debemos tomar ninguna precaución
especial.
Televisión y ordenadores
Las
televisiones de pantalla plana (plasma o led) no emiten casi
radiaciones. Los ordenadores tampoco, si se usan sin enchufar
(utilizando la batería).
Radio reloj despertador
Es mejor usar uno a pilas. El transformador que lleva para conectarlo a la electricidad emite ondas electromagnéticas.
Cocina
Mejor vitrocerámica que inducción. Esta genera campos diez veces más potentes.
El móvil: mejor lejos
Encendido, debería ponerse en otra habitación o a más de tres metros de distancia. Los cajones reducen la radiación pero no la bloquean.
Debe alejarse del cuerpo, especialmente de cabeza y
genitales. Elija auriculares pero no utilice los que vienen con el
terminal. Opte mejor por unos de tubo de aire.
Opte por el modo altavoz o manos libres al hablar.
Use la mensajería: emite menos.
Instale un film protector para reducir daños por la luz de la pantalla.
Teléfono inalámbrico
“Es
la mayor fuente de irradiación por tecnologías inalámbricas en casa.
Los de tecnología dect emiten radiaciones todo el día. No conviene
instalarlos en el dormitorio y se pueden sustituir por los de tecnología
eco dect, que emiten menos y solo cuando se habla por teléfono”, apunta
Fernando Pérez, vicepresidente de la Fundación para la Salud
Geoambiental.
‘Router’
Si
da servicio a un solo ordenador, mejor que sea por cable. Si
necesitamos uno inalámbrico, debemos colocarlo lo más lejos posible de
las zonas de descanso y apagarlo por la noche.
Paredes y ventanas
Las
radiaciones se pueden transmitir por los muros, pero sobre todo por los
cristales de las ventanas. Existen pinturas, cortinas y mosquiteras que
nos blindan.