Garbanzos de México, embutidos de Francia,
manzanas de Uruguay o café de Vietnam. Estos son
solo algunos de los
conocidos como alimentos kilométricos. Aquellos que recorren enormes
distancias antes de llegar a la mesa. España importó en 2011 más de 25,4
millones de toneladas de alimentos que recorrieron de media 3.827
kilómetros, según calculó la organización Amigos de la Tierra.
Hay casos especialmente agudos como el de los garbanzos, cuya distancia
media entre el agricultor que los produjo y al consumidor que los
adquirió en un supermercado es de 7.500 km. Un trayecto transoceánico
para un producto que lleva casi treinta siglos cultivándose de manera
local.
El resultado de toda esta importación son 4,2 millones de toneladas de CO2 emitidas
a la atmósfera: una contribución considerable de gas de efecto
invernadero, responsable del calentamiento global y, en consecuencia,
del cambio climático.
Un nuevo sistema agroalimentario
Manuel Delgado Cabeza, catedrático de economía de la Universidad de Sevilla y coautor del Informe Alimentos Viajeros: ¿Cuántos kilómetros recorren los alimentos antes de llegar a tu plato?,
advierte de que el fenómeno de los alimentos kilométricos es el
resultado de la actual organización del sistema agroalimentario: "Han
globalizado la comida de manera que quienes gobiernan la cadena
alimentaria son las grandes corporaciones multinacionales", asegura.
De acuerdo con el informe, el comienzo de este nuevo
orden alimentario tuvo lugar en los años 60 del siglo XX con la llegada
de la llamada Revolución Verde. Se trató de un proceso basado en el
incremento de la producción agrícola a través de grandes extensiones de
monocultivo. "La superespecialización de los territorios productivos
para generar eficiencia ha provocado una desconexión brutal entre
producción y consumo alimentario" añade Delgado.
Amigos de la Tierra también apunta también al precio "relativamente bajo
del petróleo" y a la liberalización de los mercados agrarios impulsada
por la Organización Mundial del Comercio (OMC) como los factores
causantes de "un modelo agrario y de producción de alimentos que
intensifica la crisis climática, alimentaria y ecológica".
Trabajo precario
¿Por qué que un alimento que viaja miles de kilómetros cuesta menos que
uno local? Esther Vivas, activista y autora de varios libros de consumo
responsable, atribuye estos precios a la deslocalización de la
producción agraria que busca "aprovecharse de unas
condiciones laborales precarias, una legislación medioambiental muy
flexible y unos precios de producción muy bajos, para luego vender los
productos aquí a un precio competitivo".
El resultado de este proceso es la destrucción del tejido agrario local de países como México, donde el salario
medio de un campesino, que produce los garbanzos que llegan a nuestra
mesa, no alcanza el euro por hora trabajada, según advertía el Instituto
Nacional de Estadística de México (INEGI) en 2015.
La soja es otro de los productos que genera un mayor impacto social a
ambos lados del Atlántico. Producida mayoritariamente en los países del
Mercosur, la soja viaja miles de kilómetros para servir de alimento al
ganado de los países del norte. El periplo provoca que comunidades enteras se vean obligadas a salir de sus territorios en los países del sur. Mientras,
las consecuencias también alcanzan a los ganaderos del norte cuya renta
y calidad de vida dependen de un producto que se produce en el
extranjero y cuyo precio se decide en la bolsa", relata Blanca Ruibal,
responsable del Área de agricultura y alimentación de Amigos de la Tierra.
Los productores de cacao de países como Costa de
Marfil o Ghana –donde se cultiva el 59% del total mundial– también son
víctimas de los procesos de exportación e importación que trasladan este
producto hasta los países como España, que es el octavo en la lista de
importadores de este alimento.
Según el último monográfico de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo,
los cultivadores apenas perciben entre el 3% y el 6% del precio final
de las chocolatinas a base de su cacao. La Coordinadora además advierte
de la precaria situación de los pequeños productores "que rara vez
prueban el chocolate que se elabora con el cacao que cosechan con sus
manos en condiciones especialmente duras, y cuya venta les genera unos
ínfimos ingresos que les sitúan muy por debajo del umbral de pobreza".
Alimentos viajeros del sur al norte y del norte al sur
Esther Vivas advierte de que también hay otra realidad, la de los
alimentos kilométricos que viajan del norte al sur a consecuencia de las
políticas agrarias de los países del norte: "la lógica de la Política
Agraria Comunitaria (PAC) o la Farm Bill, su equivalente en EEUU, es la
de subvencionar determinados productos independientemente de la demanda
que haya de los mismos. Esto conduce a una superproducción alimentaria
cuyo excedente se acaba vendiendo en los países del sur a precio de
coste". Este proceso tiene lugar con productos como la leche o los
cereales, muy subvencionados en los países del norte, que acaban
vendiéndose a los países de la periferia conduciendo a la desaparición
del pequeño campesino local.
Consecuencias medioambientales
Que un kilo de fruta kilométrica viaje hasta nuestras fronteras supone una emisión media de 0,25 Kg de CO2 a la atmósfera y que lo haga un kilo de pescado aumenta la cuota de emisión un 0,52%.
"La agricultura industrial es hoy en día uno de los principales
factores del problema del cambio climático"
añade Ruibal. Su organización sostiene que el modelo agroalimentario
global es responsable de una gran parte del cambio climático.
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