¿Cómo alimentar a 9.700 millones de personas? Las startups buscan la solución de la escasez mundial de comida
El sector agrícola intenta imitar la mentalidad de las sociedades de capital de riesgo
Los agricultores utilizan cada vez más invernaderos y tecnologías que pueden calentar y enfriar el aire y la tierra que rodea las plantas
La tecnología de frecuencia variable permite modificar la siembra, el riego y el uso de abonos y pesticidas según la información recabada por una gran variedad de sensores, para aumentar la producción y reducir costes
Los agricultores utilizan cada vez más invernaderos y tecnologías que pueden calentar y enfriar el aire y la tierra que rodea las plantas
La tecnología de frecuencia variable permite modificar la siembra, el riego y el uso de abonos y pesticidas según la información recabada por una gran variedad de sensores, para aumentar la producción y reducir costes
¿Cómo podemos alimentar a la población sin cargarnos el planeta? Según
algunas estimaciones, los esfuerzos por alimentar el mundo constituyen
la tercera causa de emisión de gases de efecto invernadero. Los métodos
insostenibles de producción están agotando los nutrientes de la tierra a
un ritmo que no le permite reabastecerse. La creciente demanda de carne
aumenta la deforestación ya que cada vez se necesita más tierras para
alimentar al ganado.
Sin embargo, unos brotes verdes de esperanza están
empezando a florecer y los investigadores de distintas áreas buscan
soluciones al problema. La cultura de la creación de startups y fondos
de capital de riesgo, que en otros sectores han sido un importante
factor de cambio, ahora está ganando terreno en el sector de la
agricultura y la alimentación y ya no solo opera desde su feudo en la
Costa Oeste de Estados Unidos.
La raíz del problema
Una idea que está tomando fuerza, especialmente en climas muy
calurosos, es encontrar nuevas formas de mantener las raíces de los
cultivos a una temperatura óptima con independencia del tiempo.
Los agricultores utilizan cada vez más invernaderos y tecnologías que
pueden calentar y enfriar el aire y la tierra que rodea las plantas. La
empresa Roots Sustainable Agricultural Technologies, situada cerca de la
ciudad israelí de Netanya, asegura que ha diseñado un sistema más
inteligente, más económico y más ecológico.
"Si la
diferencia de temperatura por encima y por debajo de la superficie es
demasiado pronunciada, las plantas no pueden transportar los nutrientes
de la raíz hasta la copa de forma eficiente", indica Sharon Devir, un
ingeniero agrónomo que es uno de las fundadores de la empresa.
La tierra que se encuentra cerca de la superficie se calienta o se
enfría con el calor del sol o la ausencia del mismo. El sistema ideado
por la empresa utiliza bobinas de tuberías llenas de agua instaladas a
unos 7 metros de profundidad para calentar o enfriar la tierra que rodea
las raíces de los cultivos. Utiliza alternativamente tuberías aisladas y
no aisladas situadas cerca de las raíces para ahorrar energía, y al
mismo tiempo puede verter agua, fertilizantes y pesticidas.
Es una tecnología única que permite calentar y enfriar las raíces, y
utiliza la tierra como fuente de intercambio de temperatura. Muchos
sistemas de invernadero actuales calientan el aire en vez de la tierra, y
utilizan calderas muy costosas para calendar el agua que circula por
las tuberías.
La empresa asegura que ha conseguido
aumentar las cosechas: el 10% para las lechugas, el 25% para las fresas y
el 30% para la albahaca. Además, en las pruebas piloto realizadas en
Israel ha conseguido un ahorro de energía de cerca de un 80% en
comparación con los sistemas tradicionales. Ahora, probará su sistema en
dos granjas españolas que cultivan fresas y pepinos. Con el objetivo de
ampliar sus operaciones está buscando inversores que puedan aportar
cerca de 4 millones de euros.
De la misma forma que
en los últimos años la industria farmacéutica ha intentado modernizarse y
le ha costado impulsar cambios desde dentro, las grandes empresas del
sector agrícola han sido reacias a innovar y en gran medida han quedado
estancadas.
"El sector de la tecnología
agroalimentaria no ha experimentado cambios relevantes en las últimas
décadas, de hecho, se ha modernizado menos que otros sectores", indica
Jan Meiling, responsable de StartLife, una incubadora de proyectos
relacionados con la alimentación y la agricultura, con sede en la
Universidad de Wageningen, en Holanda: "Siempre ha sido un sector muy
tradicional, con un funcionamiento que no permite que surjan ideas
revolucionarias".
En el contexto de una conferencia
celebrada recientemente, Louise O Fresco, la presidenta de la
universidad, indicó: "las reglas del juego han cambiado. No fueron las
grandes empresas de taxi las que crearon Uber y la cadena de hoteles
Hilton no creó Airbnb. Necesitamos un cambio radical".
Sin desperdicio de alimentos, no hay basura
Si bien muchos innovadores del sector agrícola buscan la forma de
aumentar la producción, otros están abordando el problema desde otros
ángulos. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura (FAO) calcula que anualmente se tiran unas 1300 toneladas
de comida, lo que constituye un tercio de la producción total. En gran
parte esto es debido a las dificultades logísticas y al corto tiempo de
conservación de los alimentos.
La startup FoPo, con
sede en Bremen, Alemania, quiere terminar con el hambre del mundo y el
desperdicio de alimentos. Se queda con la fruta y la verdura que se ha
desechado y la convierte en polvo para aumentar de forma considerable su
tiempo de conservación. Trabaja, por ejemplo, con un importador alemán
que semanalmente tira unas 27 toneladas de bananas debido a que maduran
demasiado rápido.
Quiere que los granjeros y los
proveedores se dirijan a ellos directamente para ofrecerles los lotes de
uvas, plátanos, fresas, coliflores, brócolis, calamondinas y durios que
están a punto de estropearse, y hacer polvo en fruta a través de una
técnica de secado y congelado con espray.
"En el
siglo XXI es absurdo que en un mundo en el que 800 millones de personas
pasan hambre se desperdicien un tercio de los alimentos", indica uno de
los fundadores de FoPo, Gerald Perry Martin: "Ha llegado el momento de
abordar este problema de forma más inteligente, encontremos la forma de
solucionarlo"
FoPo quiere suministrar su polvo de
fruta a las agencias de ayuda humanitaria y a grandes compañías que
quieran posicionarse como empresas socialmente responsables. A finales
de este año, la compañía lanzará una página web para vender directamente
al consumidor. Los consumidores preocupados por el desperdicio de
alimentos podrán comprar el polvo de fruta a más de 3 euros los 50
gramos.
Otra startup de Israel ha desarrollado un
avance tecnológico que podría transformar el sector. De hecho, es un
ejemplo de cómo un sector puede modernizarse a partir de ideas e
inventos que originalmente se pensaron para otros sectores. Sensilize,
con sede en Haifa, ha lanzado un servicio de sensores por control remoto
que proporciona a los agricultores la información necesaria para saber
cómo tienen que tratar los cultivos y adaptarse a las condiciones de la
tierra.
Este sistema es una forma más avanzada de una
tendencia en auge en las grandes explotaciones; la tecnología de
frecuencia variable, que permite modificar la siembra, el riego y el uso
de abonos y pesticidas según la información recabada por una gran
variedad de sensores. Todo esto permite aumentar la producción y reducir
costes.
"Antes, los agricultores utilizaban la misma
cantidad de fertilizante para todo el campo", indica el cofundador de
Sensilize, Robi Stark: "sin embargo, los cultivos varían y ahora tenemos
la capacidad de detectar esta diferencia y ahorrar tiempo y dinero".
Stark y sus socios han utilizado las técnicas y los conocimientos que
adquirieron anteriormente, ya que diseñaron aplicaciones de sensores
remotos para el ejército. Han conseguido diseñar un sensor que se
instala directamente en una avioneta y mide la proporción de luz solar
que se refleja en los cultivos. A este sensor lo llaman "El ojo de
Robin" y analiza los niveles de luz reflejada en diferentes longitudes
de ondas, lo que permite apreciar el grado de pigmentación; el verde de
la clorofila, el naranja de los carotenoides y el rojo de las
antocianinas.
Con esta información, los granjeros
pueden evaluar el estado de los cultivos y pueden detectar problemas y
usar fertilizantes, pesticidas y agua de forma más eficiente.
El sistema de Sensilize sopesa la información según los cambios de
estación, atmosféricos y de luz. La compañía ya ha tenido ocasión de
mostrar su innovador sistema a clientes de Israel, Sudáfrica, Francia y
el Reino Unido y vende la información que recaba a unos 2 euros la
hectárea en el caso de cereales y a 13 euros la hectárea en el caso de
cultivos de más valor, como por ejemplo, las uvas.
Stark cree que la agricultura del futuro usará la alta tecnología:
"Nuestro sistema representa para las explotaciones agrícolas algo así
como el Internet de las cosas", indica: "Los drones volarán y
suministrarán información que será analizada para que los robots puedan
fumigar los cultivos de forma más eficiente y a gran escala".
Otras empresas que asistieron a la conferencia de Wageningen se
centraron en el desarrollo de fuentes de proteínas que no procedan del
pescado o de la carne. Los asistentes pudieron degustar gusanos de
harina criados en granjas holandesas por Proti-Farm, pasta de algas
elaborada por la empresa Seamore Foods, con sede en Amsterdam, y un
preparado con plantas, un convincente sustituto de pollo, elaborado por
Plenti@Protein, con sede en Washington. Todo acompañado con las bebidas
de algas de la compañía holandesa Algreen.
Todas
estas propuestas pueden contribuir de forma significativa a la búsqueda
de soluciones sostenibles que permitan alimentar a una población mundial
en rápida expansión.
Sin embargo, para que las ideas
se conviertan en soluciones reales necesitan financiación. Un informe
publicado en febrero por la plataforma de crowfunding en internet
AgFunder evidenció que muchos inversores que hasta ahora se mantenían a
una prudente distancia de este sector ahora están empezando a mostrar
interés.
El informe señala que desde 2012, todos los
años se ha duplicado la inversión global en innovaciones tecnológicas
para la agricultura; de 500 millones de dólares en 2012 hasta 4.600
millones el año pasado. La industria agrícola representa el 10% del PIB
mundial, pero solo capta el 3,5% de las inversiones de capital de
riesgo.
Las empresas de Estados Unidos siguen
liderando este sector; pero cada vez menos. En 2014 canalizaron el 90%
de las grandes inversiones mientras que en 2015, solo el 58%.
"A pesar de que el sistema actual es sumamente ineficiente y estamos
desechando una gran cantidad de alimentos, prácticamente no se ha
invertido en avances tecnológicos para el sector agrícola y que son
pocos los emprendedores interesados en este sector", indica Adam Anders,
uno de los socios de Anterra Capital, una sociedad de capital de riesgo
centrada en la alimentación y en la agricultura: "Ahora estamos
presenciando un cambio de mentalidad, y las grandes empresas están
prestando más atención a la innovación y a las inversiones, algunas solo
para protegerse y las otras porque creen sinceramente que es lo mejor
para el futuro de su negocio. Es un cambio radical en un sector en el
que hasta ahora los emprendedores ajenos al negocio no han contribuido a
su renovación".
Traducción de Emma
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